“Abrió la puerta y casi al unísono, como un trueno, el disparo le desgarró la cara”.
Estaba
leyendo tan despreocupadamente, casi inocente, mientras a su alrededor se retorcía
y se tejía la trama. Sin sospecharlo. Sin reconocer que, como en todos los
casos de la historia su dinero era más valioso que su vida. En realidad nunca sabría, como
nadie, si el dinero es demasiado valioso o si la vida es así, simplemente tan
barata… no tendría oportunidad, pues estaba llegando al final de la novela.
Ansioso,
dio vuelta la página del libro y, casi al unísono, golpearon la puerta. Se
levantó a abrirla.
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